lunes, 3 de septiembre de 2018

Capillas y oratorios de Zafra (I): Cristo del Pozo


EL CRISTO DEL POZO


La memoria de la vecindad de la Calle Pozo guarda como una leyenda el origen de su venerado Cristo. La tradición cuenta, y así nos lo han referido algunas vecinas, que la imagen fue hallada en el pozo, que da nombre a la calle, situado a unos cuentos metros de la capilla, por un vecino que fue a sacar agua y que la extrajo enganchada en la escarpia que aún cuelga, como testigo, junto a la imagen.



La calle Pozo. En primer término la casa nº 9 en la que se encuentra la capilla del Cristo.




Más el relato popular no es una leyenda, sino que transmite lo sucedido con bastante fidelidad. Y lo sabemos porque en el archivo de la Colegial Insigne se conserva el acta de su colocación en la humilde capilla que lo acoge. Así, en el Libro de Difuntos, nº 13, que recoge los decesos ocurrido entre 1782 a 1802, podemos leer, como si de una partida funeraria se tratase, que el 24 de septiembre de 1787, yendo un hombre a sacar agua del pozo vio flotando la imagen de un Crucificado. Congregado el vecindario y avisada la clerecía se extrajo de las aguas y, tras informar al obispo de Badajoz, se resolvió que se expusiese a la devoción en una capilla en las inmediaciones del pozo. Por lo que, a costa de los vecinos se fabricó una capillita, en la que fue colocado con toda solemnidad el 25 de noviembre de 1792. La transcripción literal de la anotación es la siguiente:

«Colocación de el Santo Christo del Pozo.
Fábrica 3 reales, capellanes 20 reales.
Ojo. [Al margen].
En la villa de Zafra en veinte y cinco de noviembre de mil setecientos noventa y dos, asistieron los ocho capellanes en la Hermita de San Josef a cantar una misa al Santísimo Christo con la advocación del Pozo, que fue extraído del Pozo de la calle de este nombre en el día veinte y quatro de el mes de septiembre de mil setecientos ochenta y siete, en que pasando a sacar agua de dicho Pozo un vecino de ella reparó que estava sovre las aguas dicha imagen de Su Magestad crucificado, y haviéndola extraído para cuyo efecto combocó diferentes vecinos, y haviéndose dado parte al señor cura mayor el Doctor Don Blas Jerónimo de Torrecilla, canónigo de esta Iglesia Colegial, participó de lo ocurrido al Illmo. señor obispo de este obispado, quien determinó se colocase a Su Magestad en la iglesia o en las inmediaciones del dicho Pozo con la devida decencia, y por los vecinos de dicha calle se dispuso una decente capillita, donde por dichos capellanes se colocó a el Señor y permanece con luz toda la noche a expensas de los vecinos todo lo qual consta por el despacho de su Illma y testimonio de dicha colocación que se pondrá al final de este libro para que siempre conste y en fe de ello lo firmé.
Dr. Dn. Blas Gerónimo de Thorrezilla [rúbrica]»


Embutida en la casa nº 9 de la calle, la capillita es tan breve que apenas supera el metro cuadrado en planta, tan modesta que su puerta parece una accesoria de la vivienda con la que comparte fachada y tan recoleta que pasa desapercibida, muchos zafrenses desconocen su existencia, y es necesario detenerse para comprender que tras su puerta y reja se dispone un espacio sacro.



Portada de la capilla del Cristo del Pozo.





































Cubierta con una bóveda de arista, tiene en su frente un altar de obra y un arco ciego para acoger el retablo y, a la izquierda, un nicho en el que se colocaba la lámpara que lo iluminaba. La portada es de obra pero muestra una molduración clasicista, y se cierra con una puerta con una ventana enrejada para poder contemplar la imagen y el retablo que la acoge.

 
Retablo e imagen del Cristo.




































Si el crucificado es una talla policromada de regusto manierista, fechable a comienzos del siglo XVII, y destinada a la devoción doméstica; el retablo es seguro que es reaprovechado y obra del último tercio del siglo. De pequeñas dimensiones (84 x 70 x 24 cm), lleva, en el comedio, para alojar la imagen una hornacina cruciforme, que se enmarca con pilastrillas con cartelas y remata en un frontón curvo y volutas laterales con cogollos de frutas. Seguramente es un retablo limosnero por las ranuras y huecos que se advierten.

Sin duda, es obra vinculada a la escuela de Blas de Escobar, y bien pudiera ser obra de su discípulo Alonso Rodríguez Lucas, por sus semejanzas con el retablo mayor del convento de Santa Clara.

Detalle del Crucificado.





































En el siglo XIX, se añadió al retablo un zócalo, de madera teñida, que tiene en su parte central una hornacina lobulada para acoger una diminuta imagen de vestir de la Dolorosa, realizada en terracota y alambre.
 

El Cristo del Pozo fue muy venerado y visitado en el pasado. Y se le ofrecían ofrendas de aceite para la lámpara que lo iluminaba día y noche, por lo que un vecino se encargaba de su atizado diario, así como del aseo de la capilla.

Anagrama del Ave María en el centro del dintel de la casa nº 9.




Nunca salió en procesión –que se recuerde–, pero si se llegaron a celebrar veladas y “ramos” en su honor. Fiestas en las que también participaban los vecinos de las calles adyacentes.

La calle Badajoz, perpendicular a la del Pozo, tuvo una Cofradía de la Cruz de larga y cargada historia, pero no sabemos si está o no relacionada con el progreso de esta capilla y devoción.
 

Juan Carlos Rubio Masa
José María Moreno González


Este artículo fue publicado en la revista anual Zafra y su Feria, 2008, pp. 94-96